martes, 20 de septiembre de 2011

Marruecos

Marruecos fue un punto y aparte. Una línea divisora entre lo que esperaba conocer y lo que nunca hubiese imaginado.

Es verdad que Europa es otro estilo de vida, otra cultura. Pero gran parte de lo que somos los argentinos viene de ahí, y lo demás lo vimos en películas o lo leímos en libros. La mayor parte es realmente hermosa, no se puede discutir, pero de algún modo familiar, esperado, casi predecible. Pero Marruecos… eso es otra historia.




Fue cuando estuvimos esperando el cambio de avión en el aeropuerto de Casablanca que mi forma de ver las cosas comenzó a ponerse patas para arriba. ¿Cómo es posible que sepamos tan poco de una cultura tan diferente?. No se trata de la comida, ni de las vestimentas, mucho menos del idioma o de la forma de las construcciones. Es la forma de ser, de pensar, de actuar con el mundo y de tratarse entre ellos que no podía entender. Sabía que Marruecos era una mezcla de África y cultura Árabe, sabía que la mayoría del país es musulmán y que por ahí debe andar los camellos. Tenía una idea de que hacía mucho calor, y que los hombres tenían varias esposas. Pero de tener una idea a realmente ver la realidad al frente tuyo hay un salto muy grande que a mi personalmente me dejo realmente perdido.




Marrakech fue un bombardeo a los sentidos. El rojo de las paredes, el azul del cielo africano, el verde de las palmeras y el resto de los colores en los vestidos de las mujeres tapadas de pies a cabeza bajo los 47 grados del sol marroquí. Los olores de las especies, de los “tajines” siendo cocinados, el olor a chivo del taxista. Las texturas suaves de las sedas y alfombras, el frío de un jugo de naranja recién exprimido en la plaza, la arena hirviendo bajo los pies. Los llamados a oración de las mezquitas, los vendedores gritándote en siete idiomas, la bocina de la motito que casi te atropellan en medio de la vereda. Y todo invadiendo tu cuerpo al mismo momento es una orquesta de sensaciones que pocas veces sentí y que si bien es difícil de digerir al principio es imposible no dejarte llevar por tanta cultura que entender.

Essaouira fue la otra ciudad que visitamos y si bien no era muy diferente, el estar al lado del mar aportaba unos bienvenidos diez grados menos a la sensación térmica y los colores blancos y azules de las casas eran un descanso del rojo ladrillo de Marrakech.






La mayor parte del tiempo la pasamos en los mercados, negociando, regateando y haciéndonos los desinteresados para poder conseguir un “good price for you”. Regatear no es solo necesario, sino que es una actividad social. Es una falta de respeto preguntar un precio, dar media vuelta e irse. Así que antes de comprar uno tiene que estar dispuesto a invertir unos 15 o 20 minutos para pasar de 80 a 30 Dirham por unos lentes de sol truchos, o de 200 a 100 Dirham por una remera marroquí. Hasta me ofrecieron 4 camellos y dos lentes de sol por mi vieja.

Una cosa que todavía no logro digerir es lo que significa ser mujer en una cultura como esa. El 90% del cuerpo tapado incluso durante las horas de más calor o durante el trabajo. El contacto directo de los ojos con otros hombres es digno de castigo. La obediencia al sexo masculino, la impotencia, la discriminación. Incluso hubo momentos en que mi vieja preguntaba algo a algún vendedor y él me contestaba a mí, ignorándola completamente. Es duro, y todavía me cuesta entenderlo. Pero también aprendí que no estamos en condiciones de juzgarlos porque somos tan extraños para ellos como lo fueron para mí.







Si tuviese que recomendar un lugar para visitar de todos los que estuve hasta ahora. Marruecos sería definitivamente mi recomendación. Nunca estuve tan lejos de “casa” (y no midiendo en kilómetros), y con los sentidos tan dispuestos a entender.

3 comentarios:

  1. Son buenisimas tus historias, no importa que lleguen con delay!!!! ya tenia ganas de ir a Marruecos y ahora tengo mas....

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  2. y no se ponen violentos con ls mujers si les siguen hablando y mirando a los ojos??? osea no es un peligro ir con novia/madre?

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  3. no es un peligro. El crimen es visto muy mal por su religion y tambien socialmente, asi que en ese sentido es tranquilo. (al menos por donde anduvimos nosotros). Pero si es incomodo. No estamos acostumbrados. Pero no te preocupes, muchas francesas e inglesas viajando solas. No pasa nada. Saben que los turistas son money money.

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