lunes, 24 de octubre de 2011

Mon Cherie Paris





Es verdad. París es hermoso. La mezcla de lo chic elegante, lo bohemio exagerado y los fantasmas de revoluciones pasadas le dan una atmósfera especial a la ciudad. Los puentes y los cafecitos son indistinguibles. Jim Morrison sabía lo que hacía cuando se escapó a París.



Mi abuela (casualmente pintora) vino de visita cuando estaba dejando Portugal y me invitó a París después de Bélgica. En parte porque hacía 50 años que había visitado la capital francesa por ultima vez y probablemente porque vió “Medianoche en París”.

Sin embargo, puede que Woody Allen no tenga razón y que la mejor época de París haya quedado atrás. Las hordas de turistas, los puestos de kebab (comida rápida árabe) y las jugosas billeteras que vienen desde Asia rompen un poco esa burbuja y te hacen pensar que tan diferente es realmente de otras ciudades europeas o capitales del mundo.





Lo que no parece haber quedado en el pasado es la fama de la cocina francesa. Los platos son pequeños de vez en cuando, caros generalmente y rebuscados casi siempre, pero sin duda entre los mejores del mundo.

Es una lastima que París tenga un defecto: una buena cantidad de parisinos son realmente boludos. No les interesa ayudar al turista, menos si no habla francés. Se calientan por cualquier cosa. Y tienen una tremenda cara de “cul”. No todos, pero son un buen porcentaje entre la gente de mediana edad lamentablemente.





Al igual que Madrid, Barcelona y Lisboa, las huellas de la historia son parte de la ciudad. El sello del emperador N adorna puentes y monumentos y cada estatua y plaza le debe su honor a alguna gran batalla medieval, revolucionaria o imperial. La tumba de Napoleon. Las obras de arte en el museo de Louvre. La catedral de Notre Dame. El orgulloso arco del triunfo.. Te hace pensar un poco que joven es nuestra querida patria y que aislados estábamos en esos tiempos.






Es imposible hablar de París sin hablar de "ella". Largas piernas de hierro puro, vestida de cables y tornillos se para alta por encima de toda la ciudad. El monumento más alto del mundo en su momento todavía inspira respeto desde lejos, y vértigo a más de uno en el último piso a 300 metros de altura. Pero su verdadera magia esta de noche, cuando el vestido se enciende como fuego y miles de líneas de luz rodean la estructura. Todo París brilla más de noche y la vida se apodera del aire. Cruzar uno de sus puentes con una mujer hermosa del brazo, iluminados por la luz de los faroles y los reflejos del río puede volver el tiempo atrás.



1 comentario:

  1. Que Bueno!! OhLaLa!! Y la foto tuya con la camiseta de Boquita en París??

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